viernes, enero 26, 2007

Grupos de ayuda mutua: un oasis en el desierto

A uno de mis mejores amigos le conté que con otros jóvenes afectados por el Trastorno Afectivo Bipolar habíamos iniciado un grupo de apoyo mutuo. Con su agudo sentido del humor, y conociendo que la enfermedad consiste en oscilaciones de ánimo entre la euforia y la depresión, me preguntó: “¿Qué hacen durante las sesiones del grupo? ¿Unos días lloran todos juntos y otros días ríen al unísono?”

Simplemente me sonreí, pensando si su comentario no resultaba ser un poco cruel. Pero luego celebré la ocurrencia porque caí en la cuenta de que, efectivamente, podría darse el caso en que las crisis que algunos compartimos con el grupo puedan afectarles a otros. De hecho, recientemente una compañera del grupo nos contó sus problemas y al final de su mensaje dijo: “Gracias por escucharme y apoyarme, espero no haberlos deprimido.”

También, hace algunos días, me llamó otra persona del grupo para contarme su crisis, que incluso ameritó hospitalización. Me preocupé por ella, pero intenté que eso no me afectara a nivel personal, pues bastante hacemos con llevar el estrés de nuestra propia existencia.

Pensando en un caso semejante, se me ocurría que las reuniones de los bipolares corren el riesgo de ser algo así como una reunión de Alcohólicos Anónimos en un bar. Por eso se necesita cierta orientación profesional.

En nuestro caso contamos con el apoyo de un psiquiatra que nos ve a varios del grupo en su práctica privada. El nos ha dado una serie de lineamientos que sirven de orientación para que la ayuda mutua sea efectiva. Generalmente, en un grupo como éste, los miembros llegan a tener cierta confianza entre ellos para contarse sus problemas y llamarse en situaciones de crisis. Ante la llamada de una persona en crisis, quien responde debe seguir las siguientes reglas:

1. Escuchar. Se debe permitir a la persona en crisis que exprese sus sentimientos con total libertad.

2. Validar. Es importante mostrar empatía con la persona en crisis respecto a sus sentimientos. Debemos ser como un espejo que refleja lo que la otra persona siente.

3. Evaluar. Se debe preguntar a la persona en crisis el tiempo que lleva sintiéndose de determinada manera, y cómo esa situación le ha afectado en su funcionalidad en el trabajo y en el resto de relaciones sociales.

4. Recordar. Es necesario ayudar a la persona en crisis a retomar estrategias alternas para enfrentar la situación en la que se encuentra. Por ejemplo, debemos recordarles la importancia de estar ocupados y tener compañía.

5. Referir. En casos de emergencia, es decir, cuando la persona en crisis está muy afectada en su funcionalidad social (por ejemplo, deja de ir al trabajo), o tiene ideas suicidas, se debe invitar a la persona a que llame a su terapeuta.

domingo, enero 21, 2007

Encontrar iguales es gratificante

Decir ‘Trastorno Bipolar’ es decir ‘acabo de estigmatizarme’. La gente no entiende, ni tiene porqué entender, de variaciones humorales. Una vez pronunciado el diagnóstico se cierne sobre ti un halo de ‘lastima’ y de ‘duda’. Ya no eres el mismo para los demás. Has dado paso a tu sentencia: ‘Estás loco’. Loco, si no de atar, loco de ‘desconfiar’. Ya nadie te mira como antes. Nadie confía en tus palabras. Nadie te presta atención a los razonamientos. Nadie te cree capaz. Nadie te cree estable, ni eutímico (eso ya es ‘palabra mayor’). Pasas a ser ciudadano de segunda, si alguna vez lo fuiste de primera.

No ya ‘nadie’, universalizando, sino ‘ni alguien’, particularizando, ni el mismo médico que te atiende. Ves en la cara del galeno lástima y desconfianza en un intento administrativo de humano vigilante que no sabe disimular su preciada atención que no por ello debe tener matices desdeñables.

Visto lo cual, empiezas a buscar tus iguales. Aquellos iguales que saben que ese día que te levantas desanimado no necesariamente significa que has cogido la vía de la depresión. Que el desánimo puede deberse a que no tienes amigos comprensivos, que no tienes una ‘razón de ser‘que te sustente el alma. Aquellos iguales que saben que si estas exultante es porque ese día, o algunos otros, has encontrado esas deficiencias, aunque sea de manera efímera. Aquellos iguales que, por experiencia propia, saben que en la gráfica anímica de un bipolar no solo existen ondas o sierras que marcan la depresión o la manía a ambos lados de una línea artificiosa de eutimia, sino que tambien hay vectores multidireccionales que corresponden no solo a las concentraciones de los neurotransmisores cerebrales sino tambien a los estados del alma encontrada o desencontrada con el éxtasis.

Buscar iguales se convierte en un afán imprescindible del bipolarizado. La soledad obliga a ello. Una falta y a la vez consciencia de identidad le empuja a esa búsqueda. Existen otros. Los encuentra en asociaciones, páginas Webs, en la calle…El mundo está lleno de ellos. Encontrarlos es un consuelo. Comunicarse con otros del mismo sentir proporciona cierta seguridad. Ellos, los otros, saben como eres. Saben de tus penas y alegrías. Saben que eres ‘normal’ y no un humano etiquetado con un título del DSM. Con ellos te sientes algo a salvo. Esos otros pueden incluso contagiar o despertar tu esencia adormecida por los altibajos emocionales. Encontrar iguales es gratificante.

Fuente: bipolarneuro.com