Hoy me enojé por el comentario de unos familiares. Después de no verme por varios meses dijeron que definitivamente había aumentado de peso. Eso no me molestó porque estoy conciente de mi peso. Su reducción es una lucha constante.
Con naturalidad respondí que se debía a un medicamento que tomo, el cual me ha afectado el metabolismo. No hicieron comentario alguno en ese momento.
Cuando vieron a mi mamá le preguntaron qué tenía. Es decir, no se atrevieron a preguntarme a mí por qué estaba tomando tal medicamento. Mi madre les dijo que parece ser que, según yo, tengo trastorno bipolar. Todo en tono de duda, de incredulidad.
La respuesta de mi pariente fue: "¡Que deje de tomar babosadas!". Eso es lo que sí me molestó. Ellos no saben el proceso por el que uno pasa desde que es diagnosticado hasta que encuentra el medicamento adecuado. No es algo trivial.
Además, cuando mencioné lo de mi medicamento lo hice con el propósito de ir eliminando el tabú familiar. Nadie quiere hablar de la posibilidad de una enfermedad cuyo origen es genético y que, por lo tanto, puede afectar a varios miembros de la familia.
Cómo me gustaría hablarlo con claridad, no para recibir lástima, sino para prevenir a la familia y evitar mayores sufrimientos. Para romper "la chingada cadena", como decía mi abuelita.
1 comentario:
Ay se perfecto de lo que hablas. Parece como si la familia no tuviera mejores cosas que hacer más que estarse fijando si ya subiste de peso, si te ves más cachetón, si la lonja ya se te desborda, etc.
Y tambien comparto la impotencia que da el subir de peso por la fregada pastilla, que por un lado nos ayuda y por el otro nos aumenta de peso. Pero bueno, podemos contralarlo comiendo bien y haciendo ejercicio.
Gracias por tu blog, de corazón es muy bueno sentirse acompañado.
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