Una de las características de los episodios maníacos es el sentimiento y pensamiento de grandiosidad. Es decir, tendemos a sentirnos especiales o escogidos para algo. El contenido de dichos pensamientos depende de la educación o ideas que el medio ambiente nos ha inculcado. Por ejemplo, lo que se nos transmite en la familia o escuela: amor a la patria, religiosidad, y otros valores.
Yo he llegado a la conclusión de que mi gen bipolar se ha expresado desde que soy niño, pues a los 8 años, después de hacer mi primera comunión, tuve uno de esos episodios de grandiosidad. No recuerdo bien el contexto que lo propició, aunque ese año pasaron varios momentos estresantes en mi vida familiar, pero sí tengo muy presente cómo la imaginación exaltada me llevó a pensar que Dios tenía algo especial preparado para mí. Lo escribí en la última página de la Biblia infantil que alguien me regaló.
En mi caso, los contenidos eran religiosos y diversos eventos reforzaban mi imaginación. Pero la grandiosidad puede tener otros temas como objetivo: ser el mejor empresario, o el político más exitoso, o el super-playboy, etc. Esto nos lleva a tomar decisiones sin medir adecuadamente los riesgos. En momentos de grandiosidad, tendemos a minimizar los potenciales costos y a maximizar los beneficios inciertos, por lo que nuestro cálculo económico siempre nos da positivo y saltamos al vacío. A veces tenemos éxito y se vuelve una profecía autocumplida. Claro, hay éxitos que no son posibles sin asumir riesgos que para otros son intolerables. Nosotros somos capaces de asumirlos porque en esos momentos no los dimensionamos adecuadamente… Pero, en muchas otras ocasiones, también fracasamos. Y esos fracasos nos llevan a la depresión. Al otro extremo del espectro.
Viene al caso este tema de la imaginación potenciada por los episodios maníacos porque he escuchado un interesante programa llamado IDEAS en la radio pública canadiense, CBC. Se trata de una entrevista a un teólogo y filósofo católico que ha estudiado el papel de la imaginación en la concepción de Dios. Para los que entienden inglés se los recomiendo: The God Who May Be.
Creo que yo he pasado por lo que él llama “ateísmo radical” que es una especie de rechazo a la idea de un Dios monopolizado y capturado por la ortodoxia, por los fundamentalistas y autoritarios que creen poseer la Verdad. Lo interesante es la explicación que da del papel de la imaginación en la experiencia religiosa. Todos los humanos poseemos imaginación y, por lo tanto, somos capaces de experimentar esa noción o intuición de una energía trascendental, que hemos denominado Dios. Claro que la idea y el sentimiento que esto provoca también varía de contenido dependiendo de la cultura a la que pertenecemos, es decir, según el imaginario colectivo que haya sobre esa deidad.
El punto que quiero hacer, y que espero desarrollar en otro POST, es que las personas con el gen bipolar expresado tienen a tener una imaginación potenciada o agigantada que hace que dicha experiencia religiosa también lo sea. Por eso, según he podido comprobar con casos reales, quienes tienen ideas o valores religiosos tienden a vivir esos momentos de grandiosidad como experiencias trascendentales, de contacto con lo divino. Como momentos privilegiados en los que un plan se les revela, o una misión se les encomienda. Los casos extremos, claro está, son cuando la manía nos lleva a la psicosis, que es cuando algunos ven y oyen. La mente efectivamente construye imágenes y sonidos que interpretamos según nuestro marco de referencia axiológico (de valores). Para mí ese es el fenómeno que podría explicar las experiencias bíblicas de comunicación con Dios. Desde los profetas hasta los santos…
1 comentario:
Excelente aporte, felicitaciones.
Me siento muy identificado con muchos pasajes de tu post, excelente.
Te invito a visitarnos en http://vitriolvm.blogspot.com/
Un abrazo Lvx Vitriolum
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