Esta semana he visto otro programa educativo (de divulgación científica) en el Discovery Channel, "Through the Wormhole," narrado por el gran Morgan Freeman. En el episodio donde se preguntan si existe un Creador, "Is There a Creator?," se presenta la investigación de un neuro científico que parece haber ubicado la parte del cerebro humano donde reside Dios!
Parece que en el hemisferio derecho, en el área que simétricamente corresponde a la de Broca (en el izquierdo, responsable de la generación del lenguaje hablado y escrito, incluyendo su procesamiento y comprensión de sintaxis), es posible estimular experiencias religiosas o espirituales (de trascendencia) por medios magnéticos. Es decir que artificialmente, en un laboratorio, se puede reproducir lo que muchos creyentes denominarían como un encuentro con lo divino.
Como es evidente, mi punto es que en quienes se ha manifestado el "gen bipolar" y cuando dicha expresión genética (provocada por el estrés del medio ambiente) interactúa con contenidos culturales religiosos, el resultado es una imaginación religiosa más acentuada en los momentos de manía o euforia. Claro, yo puedo hablar como hipomaníaco (los episodios no son tan extremos), pero quienes tienen manía más acentuada pueden terminar con episodios psicóticos en los que literalmente llegan a oir la voz de Dios. Su cerebro lo fabrica utilizando el contenido cultural con el cual se le ha llenado.
En el primer caso, el hipomaníaco, lo que domina es un sentimiento de "ser especial", o escogido por Dios para una misión específica. Por eso me gustaba mucho aquella canción basada en el profeta Jeremías: "Antes que te formaras dentro del vientre de tu madre, antes que tu nacieras, te conocía y te consagré..."
Mi fe (el conjunto de creencias que se me inculcaron desde niño) me llevó, impulsada por mi bipolaridad, a tomar decisiones riesgosas, como entrar en la vida religiosa. A los 18 años les dije a mis papás que dejaba la Universidad, la familia y el país, para seguir a Cristo! Y lo hice. Recuerdo el libro para el discernimiento vocacional: "El seguimiento de Jesus" de José María Castillo. Literalmente me hizo dejarlo todo. Y esa aventura duraría tres años... hasta que la depresión me tocó a la puerta.
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