Cuando escribí sobre algunos consejos prácticos y compartí que yo consumo 5 cápsulas de Omega-3, un lector dijo lo siguiente:
“Cinco de 1,200 mg por día me parece exagerado, creo que bastan dos de 1,000 mg de omega 3.”
Dicho comentario me motivó a investigar un poco más al respecto, para orientar mejor a los lectores. Aunque les recuerdo que el objetivo de este BLOG no es recomendar ninguna terapia específica, sino simplemente intercambiar experiencias.
Resulta que leyendo bien la etiqueta del producto que tomo, cada cápsula (softgel) se compone de la siguiente forma:
De Omega-3 son 434 mg (aceite de pescado). O sea que por 5 estoy consumiendo 2,170 mg diarios. Luego la cápsula contiene también Omega-6, 276 mg (aceite de safflower, planta parecida al girasol); y 170 mg de Omega-9 proveniente del aceite de oliva. Así que en total estas cápsulas son de 880 mg. También contiene aceite de soya y de flaxseed o linseed (no estoy seguro de que planta se trata).
Por otro lado, la etiqueta dice que el Omega-3 puede ayudar a reducir el riesgo de problemas coronarios y también a mantener niveles normales de triglicéridos. Esto último lo he comprobado personalmente y fue la razón por la que el médico internista me las recomendó en un primer momento. No se dice nada del efecto en el estado de ánimo.
Los ácidos grasos y el trastorno bipolar
En el libro “New Hope for people with Bipolar Disorder” (Fawcett et al. 2007), los autores se preguntan si el observado efecto generacional en la incidencia del trastorno bipolar (TBP) se debe a cambios en la dieta que han significado una disminución en el consumo de Omega-3 que es fundamental para nuestro sistema nervioso central y que el cuerpo no puede producir por sí mismo. Explican que antes el ganado consumía plantas que contienen omega-3, pero ahora la dieta de las vacas que comemos también ha variado. Las fórmulas sustitutas de leche para los infantes tampoco contienen Omega-3.
Los autores también explican el llamado “Omega Plan” que consiste, precisamente, en el uso de Omega-3 para el tratamiento alternativo del TBP. Pero advierten que los resultados de la investigación son ambiguos. Todo empezó con el estudio de la dieta rica en pescado de sociedades como la japonesa y la china, donde hay bajas tasas de depresión –aunque yo tengo la idea de que en Japón hay una alta tasa de suicidio. Dicen que sí es una terapia efectiva pero se necesitan más estudios. Advierten que se debe combinar con un tratamiento estándar para el TBP. El principal efecto sería contrarrestar depresión.
El Omega-3 está presente sobre todo en el pescado, vegetales de hoja verde, aceite de canola y nueces.
El Omega-6 se encuentra en aceites vegetales como el de maíz y girasol. Y también se considera de beneficio para reducir el riesgo de ciertos desórdenes metabólicos, al mismo tiempo que protege el sistema cardiovascular.
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