Como papá (bipolar) me tocó apoyar a mi esposa, quien siendo una persona equilibrada anímicamente, sufrió de la depresión post-parto al dar a luz a nuestra pequeña beba. Fue bastante fuerte y duró aproximadamente tres meses. Los medicamentos hicieron efecto pero lentamente. Se hizo necesaria la ayuda de un experto en terapia cognitiva para contrarrestar los pensamientos negativos que la agobiaron. También sufrió de mucha ansiedad.
Le diré a mi esposa, a ver si se anima, a escribir unas líneas al respecto. Supongo que en el caso de mujeres con trastorno bipolar esto podría ser más delicado.
Por otro lado, creo que mi esposa ahora me comprende más y mejor, porque ha vivido en carne propia lo que es la depresión y la lluvia de pensamientos auto-destructivos que la acompañan. Así que seguramente tendrá más empatía hacia mí en esos momentos. Por mi parte, yo sí que entendía lo que estaba pasando y la ayudaba también explicándole que los pensamientos negativos son simplemente una creación de su mente-cerebro, sin fundamento alguno. Para que los dejara pasar.
Antes del parto fuimos juntos a clases de meditación y a una preparación sobre cómo la pareja puede ayudar a la futura madre durante y después del alumbramiento.
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