Los familiares que por casualidad lean el título de este post, identificarán rápidamente el dicho de la abuela. Su sabiduría era inmensa. Con esa expresión, que ella utilizaba en momentos de crisis familiar, se sintetiza una verdad que era (y es) un tabú familiar: hay problemas que se repiten en cada generación.
El factor genético de la enfermedad
Muchos piensan que es casi imposible llegar a un diagnóstico 100% seguro sobre el trastorno bipolar. Tendemos a engañarnos y pensar que todos padecen momentos de euforia y de tristeza. Es verdad, son sentimientos humanos, pero en nuestro caso son exagerados. Un episodio de euforia puede llevarnos a comprar cosas que no necesitamos o a comportarnos de forma arriesgada en otros ámbitos de la vida. La tristeza puede matarnos.
Entonces, uno de los elementos más importantes para determinar si se tiene o no la enfermedad es la historia familiar. Es necesario saber si algún antepasado o miembros de nuestra familia extensa (primos) padecen o padecieron los síntomas de la enfermedad.
En mi caso, una tía (hermana de mi madre) fue diagnosticada con la enfermedad y, tristemente, su desenlace fue trágico. Mi tía se quitó la vida. Tengo un primo, también de mi familia materna, que ha sido diagnosticado como Bipolar I. Tengo bastante evidencia para suponer que mi querida madre también padece la enfermedad.
De hecho, me di cuenta que yo la padezco porque leyendo artículos psiquiátricos, para entender a mi madre, llegué a la conclusión de que mis propios problemas personales podrían explicarse por variaciones de ánimo. La depresión me había dañado, casi irreparablemente, mi relación sentimental. La euforia, traducida en excesivas reacciones, me estaba afectando en las relaciones laborales.
Si en algo hay evidencia certera, es en la base genética de la enfermedad. Si alguno de nuestros progenitores es bipolar, hay una alta probabilidad de que nosotros o alguno de nuestros hermanos lo sea. Es una alta probabilidad respecto a la que tendría alguien que no tiene dichos antecedentes familiares.
La expresión "la chingada cadena" expresa, a lo mejor sin saberlo, la heredabilidad del gen bipolar (o genes, en plural, pero todavía no han concluido su investigación los expertos). Por momentos me ha parecido una frase fatalista, pues pareciera que la "cadena" no se puede romper, y nos sigue esclavizando. Sin embargo, pienso que los avances de la ciencia nos dan la oportunidad de entender la enfermedad y controlarla. En un futuro no muy lejano, a lo mejor, nos ayuden también a curarla.
Sobre este factor genético, que luego requiere de la interacción de un medio ambiente adverso (situaciones de alto estrés) para manifestarse, pueden contarse muchas historias interesantes. Las dejaré para más tarde.
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