Cuando yo era una persona religiosa me gustaba mucho este canto de meditación, del Eclesiastés 3, 1-8. Ahora tiene un nuevo significado en mi vida. Me parece que refleja bastante bien las contradicciones humanas y, en gran medida, los extremos o polos entre los cuales nos movemos, como un péndulo.
Todas las cosas tienen su tiempo,
todo lo que está debajo del sol tiene su hora.
Hay tiempo de nacer, tiempo de morir.
Tiempo de sembrar y recoger lo sembrado.
Tiempo de matar y tiempo de curar.
Tiempo de destruir, tiempo de edificar.
Tiempo de llorar y tiempo de reír.
Tiempo de entregarse al luto y a la fiesta.
Tiempo de tirar piedras al río, y de recoger las mismas piedras
Tiempo de abrazar y tiempo de dejar los abrazos.
Tiempo de buscar y tiempo de perder.
Tiempo de guardar y tiempo de tirar.
Tiempo de rasgar y tiempo de coser.
Tiempo de callar y tiempo de hablar.
Tiempo de amar y tiempo de odiar.
Tiempo y guerra y tiempo de paz.
Tiempo de tirar piedras al río, y de recoger las mismas piedras.
Tiempo de abrazar y tiempo de dejar los abrazos.
Tiempo de buscar y tiempo de perder.
Tiempo de guardar y tiempo de tirar.
tiempo de coser y tiempo de rasgar.
Tiempo de callar y tiempo de hablar.
tiempo de amar y tiempo de odiar. tiempo y guerra y tiempo de paz.
tiempo de amar y tiempo de odiar, tiempo y guerra y tiempo de paz.
Tiempo de tirar piedras al río, y de recoger las mismas piedras.
Tiempo de abrazar y tiempo de dejar los abrazos.
Tiempo de buscar y tiempo de perder.
Tiempo de guardar y tiempo de tirar.
Tiempo de coser y tiempo de rasgar.
Tiempo de callar y tiempo de hablar.
tiempo de amar y tiempo de odiar. tiempo y guerra y tiempo de paz.
Tiempo de amar y tiempo de odiar. Tiempo y guerra a-a-a
y tiempo de paz.
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