miércoles, diciembre 26, 2007

Sobreviví a las fiestas

El 24 amanecí un poco deprimido. El día anterior la pasé con mi familia y hubo una discusión entre mi hermana y mi papá. Eso me entristeció.

También me ocurre que desde niño aprendí que el ideal de las fiestas es compartir en familia, pero mi familia no puede estar reunida porque mis padres se separaron hace ocho años. Aunque ya esto lo entiendo bien, no deja de provocarme algún vacío.

Además, siempre tengo esta contradicción entre mi incredulidad en Dios y la religión y la celebración de algo que está basado en esas creencias que no comparto. Me siento un tanto discriminado por no vivir "plenamente" las festividades.

Finalmente, está lo de el estrés de las compras, los regalos... el intentar quedar bien con los seres queridos. Responder a las expectativas.

Bueno, hoy es 26. ¡Sobreviví a las festividades navideñas! Las de año nuevo son más paganas, así que las llevo con mayor tranquilidad.

sábado, diciembre 22, 2007

El peso, la familia, y otras tonterías

Hoy me enojé por el comentario de unos familiares. Después de no verme por varios meses dijeron que definitivamente había aumentado de peso. Eso no me molestó porque estoy conciente de mi peso. Su reducción es una lucha constante.

Con naturalidad respondí que se debía a un medicamento que tomo, el cual me ha afectado el metabolismo. No hicieron comentario alguno en ese momento.

Cuando vieron a mi mamá le preguntaron qué tenía. Es decir, no se atrevieron a preguntarme a mí por qué estaba tomando tal medicamento. Mi madre les dijo que parece ser que, según yo, tengo trastorno bipolar. Todo en tono de duda, de incredulidad.

La respuesta de mi pariente fue: "¡Que deje de tomar babosadas!". Eso es lo que sí me molestó. Ellos no saben el proceso por el que uno pasa desde que es diagnosticado hasta que encuentra el medicamento adecuado. No es algo trivial.

Además, cuando mencioné lo de mi medicamento lo hice con el propósito de ir eliminando el tabú familiar. Nadie quiere hablar de la posibilidad de una enfermedad cuyo origen es genético y que, por lo tanto, puede afectar a varios miembros de la familia.

Cómo me gustaría hablarlo con claridad, no para recibir lástima, sino para prevenir a la familia y evitar mayores sufrimientos. Para romper "la chingada cadena", como decía mi abuelita.

miércoles, diciembre 19, 2007

Duplicando la dosis

Hace unos treinta días el médico me indicó duplicar la dosis de Tegretol, de 200 a 400 mgs. Parece que los 200 mgs. ya no me producían el efecto deseado. La carbamazepina estaba siendo metabolizada de tal forma por mi cuerpo que sólo sentía los efectos sedativos por la mañana, pues me costaba mucho despertar, pero no obtenía los beneficios de dormir mejor durante la noche.

Ahora duermo de manera más profunda y logro focalizarme bien durante el día a la hora de realizar tareas intelectuales. Mi ánimo ha estado estable. Eso es bueno. Muy bueno.

Así que si alguien no obtiene los resultados deseados al primer intento con la dosis que el médico receta, debe consultar con el mismo nuevamente. A lo mejor un ajuste en dicha dosis es lo que hace falta, antes de cambiar de medicamento o darse por vencido con el tratamiento farmacológico. No es fácil, pero hay que ser pacientes.

domingo, noviembre 04, 2007

La medicina no es una ciencia exacta

Ahora que vivo en otro país tuve que buscar un nuevo médico para tratarme. Antes de verlo, el hospital me dio una serie de papeles para leer y firmar.

Lo que más me llamó la atención es una parte del documento donde autorizo el tratamiento: "Estoy consciente que la práctica de la medicina no es una ciencia exacta y, por lo tanto, acepto que ninguna garantía se puede dar sobre los resultados de los tratamientos provistos en el hospital o sus clínicas".

Comparada con las ciencias sociales, donde me desempeño, me parece que la medicina es una ciencia basada en la evidencia empírica, en investigación muy rigurosa de largo plazo. Así que confío mucho en los hallazgos médicos y en los tratamientos que de los mismos se derivan.

Hoy, coincidentemente, me encontré en el Internet con un artículo sobre el caos y la psiquiatría. Quien lo introduce dice: “La medicina es una disciplina donde las previsiones tienden a fallar más de lo debido. En este sentido se parece mucho a la meteorología, donde los pronósticos a más de un cierto plazo están sujetos a tal número de posibles circunstancias que pocas veces aciertan. Las teorías del caos intentar dar un soporte a estos casos.”

El artículo es el siguiente:

Andrew D. Krystal, Henry S. Greenside, 1998. “Low-Dimensional Chaos in Bipolar Disorder?,” Arch Gen Psychiatry 55(3): 275-276.

En el mismo se hace referencia a otro:

A. Gottschalk, M. Bauer, P. Whybrow, 1995. “Evidence of chaotic mood variation in bipolar disorder,” Arch Gen Psychiatry 52(11): 947-959.

Concluye que “mood in patients with bipolar disorder is not truly cyclic for extended periods.” [El estado de ánimo en los pacientes con trastorno bipolar no es realmente cíclico en largos períodos].

viernes, noviembre 02, 2007

De vuelta al médico

Es fundamental para un bipolar visitar periódicamente al psiquiatra. Él (o ella) es el profesional a quien le corresponde recetar los medicamentos para la estabilización del ánimo. Es responsable de afinar la dosis y controlar los efectos secundarios. Un paciente nunca debe automedicarse o cambiar las direcciones dadas por su médico.

Como mencioné en un post anterior, el 19 de junio cambié de medicamento. Pasé de ácido valpróico a Geodón, pero no funcionó. Así que el 23 de julio empecé con Tegretol. Ha funcionado bastante bien en cuanto a estabilizar el ánimo, casi no tengo manía o momentos de irritabilidad. Sin embargo, tengo nuevamente problemas con el sueño.

Desde hace un mes tengo un sueño muy irregular. Me acuesto como a las 11:30 p.m., y me levanto como a las 8:30 a.m. porque durante la noche me despierto y vuelvo a dormir varias veces. Parece que me mantengo en la fase activa del sueño todo el tiempo (muchos sueños) sin llegar a la fase profunda del sueño, la cual nos ayuda a descansar. Esto tiene repercusiones.

Durante el día estoy un poco deprimido, en el sentido que me cuesta hacer lo que tengo que hacer y necesito dormir a media tarde. Esto me pone de mal humor conmigo mismo porque no logro cumplir mis metas.

Así que hoy vuelvo con el médico para ver qué podemos hacer. Espero que lleguemos a una conclusión y tomemos las medidas adecuadas. Ya les contaré.

lunes, octubre 29, 2007

A Summer in the Cage

En la última edición de la revista Scientific American Mind (Oct.-Nov. 2007) se publica una reseña de la película "A Summer in the Cage", producida y dirigida por Ben Selkow.

La comentarista, Corey Binns, afirma que a todos nos gustan los finales felices de las películas de Hollywood, pero que la naturaleza impredecible del trastorno bipolar evita que se pueda esperar tal desenlace de este documental.

En el mismo se sigue la vida del basquetbolista Sam Murchison, para mostrar cómo la manía y la depresión lo transforman de un exitoso administrador del dinero en un hombre desempleado, medicado, con 300 libras de peso, que teme haber heredado el mismo destino que su padre: el suicidio.

Para explicar los síntomas de la enfermedad, el director se apoyó en el trabajo y experiencia personal de la doctora Kay Jamison. Ella afirma que la alta prevalencia de la enfermedad (5 por ciento de la población) amerita que la misma se entienda mejor.

El documental se ha estrenado en el Canal Sundance.

(http://cagethemovie.com/bipolar.html)

jueves, octubre 11, 2007

Llega el Litio

Por José Agustín Goytisolo
(Tomado de El País, 2 oct 07)

Mucha tristeza nunca le humilló

pero temía el hondo pozo oscuro

que él envolvió en sus aguas cenagosas.

Mucho haloperidol; pinchazos de antabús

probó electroterapia varias veces

y salió disparado hacia una vida

que ahora ya no recuerda: quince años

hasta que llegó el litio: quince años

perjudicando a todos los que amaba

pues gastó su dinero y el ajeno

en alcohol, en viajes y en delirios.

Pero el litio llegó y está en su sangre

y ahora es su compañero de por vida

hasta la oscuridad o la luz total.

Un carrusel de emociones

Por Rafael Perez Ybarra
El País (2 oct 07)

Los pacientes con trastorno bipolar alternan los síntomas depresivos con fases de manía hiperactiva y creativa.

Geniales y creativas o tristes y depresivas. Las personas que sufren un trastorno bipolar viven en un carrusel continuo de emociones que potencian su creatividad para sumirlas posteriormente en una depresión profunda, que incluso puede conducirles al suicidio. Casi un 2% de la población mundial (más de 800.000 personas en España) vive en este permanente tiovivo de emociones. Sin embargo, la mayoría de los afectados lo ignora, porque en un gran porcentaje de casos "el diagnóstico correcto tarda un media de 10 años en realizarse", asegura Nassir Ghaemi, director del Programa de Investigación sobre Trastorno Bipolar de la Universidad de Emory de Atlanta (EE UU).

Se cree que el 40% de las personas que sufre un trastorno bipolar está mal diagnosticado, en su mayoría como enfermos depresivos unipolares. La causa principal de este error, explica Ghaemi, radica en que "la depresión es un síntoma muy común en ambos casos". No es la misma enfermedad, "aunque se puede afirmar que el trastorno bipolar es otro tipo de depresión", añade.

"Un único episodio de manía basta para diagnosticar un trastorno bipolar", sostiene Ghaemi. Pero para ello hay que conocer la presencia previa de episodios de manía o hipomanía, y esto no es nada fácil, según este especialista, pues el propio paciente no lo reconoce: "Casi el 50% de los bipolares no reconocen haber sufrido episodios de manía, especialmente cuando se encuentran en la fase depresiva".

El problema es que un mal diagnóstico conlleva un tratamiento incorrecto. "En el trastorno bipolar", explica Ghaemi, se usan estabilizadores del ánimo y antiepilépticos, "que tienen eficacia a largo plazo, tanto en manía como depresión aguda". Sin embargo, los antidepresivos, muy útiles en depresión unipolar, "sólo sirven en menos del 20% de los pacientes", afirma, por lo que si hay un mal diagnóstico, "los enfermos pueden empeorar".

En cerca de un 30% de los individuos mal diagnosticados y mal tratados con antidepresivos, la enfermedad progresa más rápidamente. Y lo que es peor, sin un tratamiento correcto los pacientes pasan por situaciones extremas. Prueba de ello es que en la fase de depresión, el paciente llega a pensar que no merece la pena vivir, pudiendo llegar al suicidio. "Un 20% de los afectados se suicida en fases depresivas agudas", afirma Ghaemi.

Puede decirse que el desorden bipolar ha empezado a definirse hace apenas 30 años y ha sido gracias a las aportaciones de Kay R. Jamison, psicóloga y profesora de psiquiatría de la Universidad Johns Hopkins (EE UU), que abordó, como especialista, el problema de la bipolaridad en su libro Una mente inquieta. No era la primera vez que trataba en un ensayo aspectos relacionados con la depresión, pero sí la primera que se proponía a sí misma como caso, contando su propia y estremecedora experiencia como enferma maniaco-depresiva. Una experiencia que la puso en condiciones de vivir en su propia carne los infiernos de ese mal tan universal y, al mismo tiempo, tan mal conocido.

Después escribiría Tocados por el fuego, una obra que explora la relación entre el trastorno bipolar y la creatividad. En este libro comenta que algunas figuras históricas y artistas como Lord Byron, Winston Churchill o Virginia Wolf, para los estándares del día de hoy, podrían fácilmente ser considerados bipolares.

Menos conocido, pero asimismo recomendable para apreciar lo que es el día a día de una persona con desorden bipolar, es la película documental The Devil and Daniel Johnston, que descubre la fascinante y terrible historia del cantautor norteamericano Daniel Johnston, un genial compositor, cantante y artista maniaco depresivo a quien las drogas y su bipolaridad llevan a imaginarios encuentros con el diablo.

Y es que el trastorno bipolar es un carrusel en el que los episodios depresivos se ven interferidos por la aparición de fases de euforia, hiperactividad anómala e irritabilidad, es decir, las llamadas fases de manía, que también significa locura. Estas fases de exaltación, alegría desenfrenada o irritabilidad y grosería "alternan con otras etapas de depresión intensa, con bajo estado de ánimo, incapacidad para disfrutar, falta de energía, ideas negativas y, en casos graves, ideas de suicidio", afirma Ghaemi.

Lo más semejante a los efectos del trastorno bipolar, explica, "son los que produce la cocaína", pues se piensa que el episodio de manía es "una fase de sobreactividad de dopamina o noradrenalina, y la cocaína genera una actividad muy fuerte de dopamina".

Ghaemi reconoce que durante las fases de manía, "más que una enfermedad, el trastorno bipolar puede parecer una virtud, un don", porque permite hacer cuatro o cinco cosas al mismo tiempo. Se produce una fuga de ideas permanente, una mayor creatividad y confianza en sus posibilidades. La fase maniaca se caracteriza por emociones y conductas que son "análogas al proceso creativo", como una sensibilidad más acentuada, una mayor fluidez, facilidad y frecuencia de pensamientos, una concentración aguda o una capacidad de rendir con pocas horas de sueño.

En ciertas personas con trastorno bipolar las características maniacas mejoran su creatividad, mientras que la fase depresiva se caracteriza por introspección, reflexión y dolor intenso, "algo que puede añadir profundidad y significado al trabajo creativo". Esto justificaría, aunque parcialmente, la profunda creatividad que se observa en muchas personas con trastorno bipolar. No obstante, advierte Ghaemi, la hipomanía "es una ayuda en el trabajo, pero dura poco y se acompaña de una depresión que se puede prolongar durante meses".

La lista de personas que han padecido enfermedad bipolar es muy extensa: escritores como Balzac, Hemingway, Dickens, Baudelaire, Tennessee Williams, Emily Dickinson, Poe o Emile Zola; músicos como Mahler, Schumann, Tchaikovsky o Kurt Cobain, y pintores como van Gogh o Jackson Pollock. Pero, como recuerda Ghaemi, la mayoría de las personas con trastorno bipolar no son genios.

No sólo el diagnóstico supone un problema para el trastorno bipolar. Se sabe que la enfermedad tiene un origen genético. Uno de cada cinco padres de personas afectadas sufre también esta enfermedad, y el 10-15% de los familiares padecen alteraciones del carácter, aunque tampoco se tiene mucha información acerca de los mecanismos biológicos o ambientales que causan estos cambios ciclotímicos.

Para Ghaemi, "los ritmos circadianos o relojes biológicos están relacionados con esa alternancia de estados de ánimo". Los pacientes bipolares tienen un ritmo circadiano más veloz de lo normal, con una duración inferior a 24 horas. Por eso duermen menos y tienen más energía. Sin embargo, apunta, "este es sólo un factor biológico implicado en el trastorno bipolar, pero no podemos decir que es la causa. Hay otros factores en investigación, como las proteínas G y los segundos mensajeros, que son proteínas neuronales implicadas en los procesos de sinapsis".

Tampoco se ha avanzado mucho en los tratamientos. "Tradicionalmente se ha utilizado con buenos resultados el litio", apunta el profesor Ghaemi, aunque hay otros medicamentos que están dando buenos resultados. También se aconseja la psicoterapia, y hoy día se recomienda vivamente que las personas con desórdenes bipolares cuenten con una red de apoyo.

lunes, septiembre 17, 2007

¿Otro tipo de problemas, o algo relacionado?

Hace más de un mes que escribí el último post sobre lo bien que me sentía con el Tegretol. La verdad es que me sigo sintiendo bien. No he tenido importantes variaciones del ánimo desde que lo tomo. Casi nada de manía y nada de depresión.

Ahora me enfrento a otro tipo de problema, que no sé si está relacionado con el trastorno bipolar...

Resulta que ahora tengo frente a mi un gran reto. Un trabajo importante que debo realizar para avanzar en mi carrera. Pero me siento paralizado. Quiero trabajar, pero no me puedo concentrar. Me distraigo fácilmente con otras tareas.

En parte, siento que me faltan las ideas, el impulso o la energía de los episodios maníacos. Pero la verdad es que sí tengo esa energía para hacer otras cosas. Así que no sé por qué no puedo cumplir con esta tarea específica que se supone es la prioridad en este momento de mi vida.

Recuerdo que a otro compañero del grupo, el psiquiatra le ha dicho que ciertos miedos que tiene, y que le paralizan, no son producto de la enfermedad sino de otro tipo de problemas (¿personalidad?). Dice que las consecuencias, o fracasos, sufridos por la enfermedad le han debilitado la voluntad. Así que es en ello donde debe trabajar.

En mi caso necesito voluntad, disciplina, concentración, energía y cierta dosis de creatividad. Espero obtenerlas pronto para seguir adelante con mi planes de vida.

martes, agosto 14, 2007

Me siento bien, pero no canto victoria

No canto victoria porque el trastorno bipolar no se cura, únicamente se controla. Pero ciertamente me siento mejor con la carbamazepina (Tegretol). Desde que la empecé a tomar, hace un mes, se estabilizó mi sueño y, por lo tanto, tengo el estado de ánimo bajo control.

El sueño es continuo y a todo color. No me es difícil despertar y levantarme por la mañana. Eso me permite ser más productivo durante el día.

Hasta mi mamá notó el cambio en mi semblante gracias al medicamento. Me dijo que me miraba mucho mejor. Espero seguir así.

Más sobre el medicamento en Eutimia.com

viernes, julio 06, 2007

Grupo Bipolar en los Estados Unidos

Ayer fue mi primera experiencia de grupo en los EEUU. Se trata de uno organizado por la Depression and Bipolar Support Alliance. Llegan entre 20 y 25 personas el primer y tercer jueves de cada mes. La mayoría de las mismas son bipolares, aunque también había algunos unipolares (sólo depresión). Desde el punto de vista étnico, la mayoría son personas blancas, pero también había afro-americanos, asiáticos y latinos.

Dado el tamaño del grupo, hay un moderador que se encarga de dar la palabra, controlar el tiempo, y dar la bienvenida a las nuevas personas. La reunión se realiza en el aula de un hospital universitario. Tienen galletas y bebidas para todos, literatura disponible en fotocopias y hasta subsidian el costo del estacionamiento. Siempre es de 6:30 a 8:00 p.m.

La convivencia me pareció muy interesante porque cada uno expresa libremente lo que piensa para aconsejar a los demás sobre temas muy delicados. La agenda es muy flexible. Alguien propone un tema para discusión, pero cada uno puede lanzar una pregunta al resto y entorno a ella se desarrolla la conversación.

Para variar, yo empecé el diálogo preguntando sobre un producto natural que encontré en el supermercado y que promete ayudar a controlar los cambios de ánimo. No lo conocían, pero todos estuvieron de acuerdo en que el aceite de pescado, omega-3, es muy bueno. Alguien dijo que desde que lo toma no ha tenido depresión, y otro dijo que le ayuda a dormir mejor.

Se trató también el tema de los efectos secundarios del litio, como el temblor de manos. Luego se pasó a temas más serios, como la decisión de ser o no ser padres. Aquí es donde hubo opiniones que me sorprendieron. Talvez por mi cultura, pero con toda convicción la mayoría hablaba sobre la posibilidad de adoptar.

Hubo incluso momentos tensos, porque el moderador compartió su decisión pasada de dejar su carrera como abogado por ser muy estresante. Un latino dijo que no concebía esa decisión porque él es abogado y viniendo de una familia pobre no podría darse ese lujo. Entonces el primero se molestó.

Al final de la sesión, el latino me contó que esas tensiones son comunes, pues como en todo grupo surgen dinámicas por el poder. Además algunos piensan que ya lo saben todo y quieren dar consejos a todos los demás…

Lo que me gustó es la organización y el contenido de la conversación. Podemos aprender mucho sobre esta experiencia para el grupo en Guatemala. También podemos evitar sus errores. Luego les seguiré contando cómo me va en la segunda reunión.

lunes, julio 02, 2007

Como las gallinas

En el jardín de mi casa, cuando yo era niño, mis padres tenían un gallinero... Pero nunca ví que la gallinas mostraran expresión alguna de felicidad o tristeza. Probablemente, sólo el gallo. Esos estados de ánimo sí los ví en las caras de los "pollitos en fuga", pero porque eran gallinas humanizadas.

Mi analogía del trastorno bipolar con las gallinas tiene que ver con el ciclo del sueño. Los pollos y las gallinas se duermen cuando oscurece y se despiertan cuando sale el sol. No importa la hora. Por eso es que en las granjas productoras de huevos les ponen luz artificial, para que crean que es de día y sigan poniendo huevos. Algo así como lo que le hacen a la gente que trabaja en las maquilas...

Ahora estoy en el Hemisferio Norte y en época de verano. El sol sale muy temprano, como a las 5:50 a.m. y se mete muy tarde, como a las 8:30 p.m. Así que tenemos más de doce horas de luz solar...

Eso me pone loco. Mi cerebro, como el de las gallinas, ya no sabe lo que es día y noche según los horarios de países cercanos al ecuador. Mi mente se llena de ideas para trabajar, para hablar, para planificar... Así que me estoy durmiendo como a la media noche, cuando ya no hay luz solar y la gente alrededor se empieza a calmar.

Estoy tomando mi medicamento, pero este cambio de horario, más el estrés de una nueva vida en otra ciudad, no me están ayudando. Me cuesta despertar, lógicamente, y es hasta las 10:00 a.m. que recupero el control sobre mi cuerpo.

Bueno, espero adaptarme porque quedan dos meses de verano. También espero que en el invierno no me pase lo opuesto, es decir que lo nublado del día no me provoque depresión. Ya veremos.

lunes, junio 18, 2007

La enfermedad de los genios

Por Paula Halperin
La Nación (Argentina, 21 ene 07)

¿Qué tuvieron en común Edgar Allan Poe, Miguel Angel, Virginia Wolf, Piotr Tchaikovsky, Cary Grant y Vincent Van Gogh? Su talento, es cierto. Sin embargo, cada uno de estos genios sufría una alteración que obraba como disparador de su creatividad, y quizá nunca lo supieron: el trastorno bipolar, más conocido como enfermedad maníaco-depresiva. Se dice que el famoso cuadro de Edvard Munch, El grito, podría haber estado inspirado en una de las cíclicas crisis del atormentado pintor.



Si se habla de bipolaridad lo más frecuente es pensar en una persona deprimida que no sale de la cama y que, en su etapa maníaca, compra autos de manera compulsiva. Y algo de ello hay, pero esta enfermedad tiene muchos más matices –y no siempre negativos– por descubrir.

Se trata de un problema del sistema nervioso que afecta las sustancias especializadas del cerebro (neurotransmisores) reguladoras del estado de ánimo. Quienes lo sufren pasan alternativamente de la euforia a la depresión, proceso que puede ocurrir en cuestión de horas, días, semanas, meses o años.

¿Cómo se desencadena?, ¿es sólo una deficiencia neuroquímica?, ¿un factor genético?, ¿o tiene que ver con el contexto familiar?

“Es una cadena de acontecimientos –explica el doctor Alejandro Lagomarsino, creador de la Fundación de Bipolares Argentina (Fubipa) y presidente honorario del Capítulo de Psicofarmacología de la Asociación de Psiquiatras Argentinos–. Hay predisposición genética, pero los genes que predisponen se activan en situaciones de estrés.” En ese punto está de acuerdo el doctor Marcelo Cetkovich-Bakmas, responsable de la Unidad de Trastornos del Animo del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco): “Los factores estresantes, como las pérdidas, afectan la capacidad de autorreparación del cerebro, la lentifican”.

Entre ciclos

“El carácter ciclotímico es una variante normal del humor: todos tenemos días malos y días buenos”, aclara Cetkovich-Bakmas, que es, además, jefe del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.

Pero las cosas cambian cuando esos ciclos se hacen más marcados. Si una persona tiene etapas de tristeza, se encierra en sí misma, tiene trastornos del apetito y el sueño, seguramente está deprimida. Pero si luego mejora notablemente, se acelera, está contenta, exaltada, quizás irritable, comienza a entusiasmarse por un trabajo o un nuevo amor, y en los casos más graves delira, seguramente está transitando una etapa de euforia.

Hasta hace sólo 20 años se conocía muy poco sobre esta enfermedad. “Pero ahora hemos descubierto que hay muchas más personas de lo que se creía con este problema”, dice Cetkovich-Bakmas. En este sentido, se sabe que afecta a cerca del 2% de la población (y no al 1%, como se suponía), que es más frecuente entre las mujeres y aparece en la adolescencia o en los primeros años de la adultez.

¿Es posible afirmar en la primera consulta que alguien es bipolar? Según los especialistas, no es tan sencillo: puede tardarse hasta 10 años en dar un diagnóstico certero. “A los enfermos bipolares se los confunde con esquizofrénicos, depresivos unipolares, ansiosos... Y se los somete a tratamientos que no ayudan. A veces, los empeoran”, dice Cetkovich-Bakmas.

En su etapa eufórica, las personas difícilmente piden ayuda: no pueden reconocer que algo malo les pasa porque se sienten bien.

Por eso recomiendan la primera entrevista cuando la familia las encuentra deprimidas. “Si se sienten mal, es más fácil ayudarlas”, aclara Lagomarsino.

Hay tres pilares terapéuticos: la medicación, la psicoterapia y la psicoeducación. “Los bipolares sufren un deterioro cognitivo que si no se trata puede ser mayor, ya que la depresión es muy tóxica para el cerebro, así que recomendamos tratarlos lo antes posible”, agrega Cetkovich-Bakmas, al tiempo que señala que la medicación tiene como objetivo, básicamente, mantener bajo control las alteraciones del ánimo. El carbonato de litio se usa hace 50 años y sigue siendo aun hoy el más recetado.

La psicoterapia es otra herramienta esencial. Ayuda a cambiar aspectos de la vida y a mantener el tratamiento. “El problema es que la mayoría de ellos sienten que cuando están estabilizados pierden creatividad. Es que, en su etapa de euforia, experimentan una sensación ‘primaveral’, intensa, que no perciben cuando toman la medicación –explica Lagomarsino–. Pero dejar los remedios puede empeorar las cosas. Hay evidencia de que, si se interrumpe el tratamiento, puede haber una recaída y, luego, al volver a utilizar el litio, el cuerpo ya no responde”.

La psicoeducación es el tercer elemento: permite que la persona esté informada, que sepa lo que le va a ocurrir. “Son métodos que ayudan al paciente a convertirse en actor de su propio tratamiento”, piensa Cetkovich-Bakmas. Por eso los grupos de autoayuda son útiles para pacientes y familiares. Son organizaciones de ayuda mutua, gratuitas, coordinadas por un enfermo recuperado o un pariente. “Nadie va a entender mejor que ellos mismos lo que les está ocurriendo –reflexiona Lagomarsino–. Es alguien que pasó por lo mismo y pudo superarlo. Se lo dice un par, no un médico que lo señala con el dedo.”

Una luz en el infierno

"… el trastorno bipolar es una condición humana fascinante y la vez trágica... Mientras la mayoría de los pacientes bipolares psicóticos no son líderes ni creadores, constituyen el reservorio de los genes que, en una forma diluida, podrían ser las semillas de la genialidad” (Hagop S. Akiskal en: Akiskal, Cetkovich-Bakmas, García Bonetto, Strejilevich y Vázquez: Trastornos bipolares. Conceptos clínicos, neurobiológicos y terapéuticos. Panamericana, Buenos Aires, 2006). Gente exitosa, políticos, artistas reconocidos, músicos, actores... Hay una característica particular que suele ser bastante común entre los bipolares: “Es reconocido que estas personas son más creativas y capaces”, afirma Lagomarsino.

Eduardo Greco, psicoanalista, dice en su libro La bipolaridad como don: “Al perderse los bordes, las restricciones y hasta las inhibiciones, el maníaco hace crecer la fuerza de todas sus funciones, rendimientos y actividades.” Se dice que Schumann llegó a escribir alrededor de 40 sinfonías en un año. Según Eduardo Greco, la oscilación emocional va acompañada de una serie de talentos que, al no ser desarrollados, se convierten en afección.

Los síntomas

Etapa maníaca: euforia con excesivo optimismo, alegría y vitalidad. Marcada disminución del sueño. Aumento del interés sexual, a veces con conductas inapropiadas. Alto nivel de energía y actividad, locuacidad excesiva. Extrema irritabilidad, inquietud, agresividad. Desmesurada valoración de sí mismo (grandiosidad). Cambios emocionales rápidos e imprevisibles. Conductas riesgosas sin tener en cuenta las consecuencias. Gastos excesivos.

Etapa depresiva: sentimientos exagerados o inapropiados, de tristeza, desesperanza, ansiedad, desgano y/o pesimismo. Pérdida de energía y motivación. Apetito disminuido o exagerado. Sueño disminuido o exagerado. Pérdida de interés o placer en las actividades usuales. Perturbaciones en la concentración y la memoria. Ideas recurrentes de muerte, de suicidio.

Grupos de autoayuda

En Argentina

Iglesia de Santa María (Fubipa) Avda. La Plata 286 (y Rosario). Reuniones, el 1er. sábado de cada mes, a las 10, y el 3er. lunes, a las 19.30.

Parroquia San Martín de Tours. San Martín de Tours 2939. Reuniones: el 2° sábado de cada mes, a las 10, y el 4° jueves, a las 19. 30.

En Costa Rica

Asociación Costarricense para Trastornos Anímicos Recurrentes, ACOTAR.
Dirección: de la Corte Suprema de Justicia, 40 metros al sur, San José.
Teléfono: (506) 233-7869.

En Guatemala

Grupo de Jóvenes con Trastorno Bipolar
Más información en la Asociación Psiquiátrica de Guatemala (APsG).
Dirección: Avenida de la Reforma, 1-90 de la Zona 9, oficina 201. Ciudad de Guatemala.
Teléfonos: (502) 2331-5376 y 2331-5395.

Para saber más:

Fundación de bipolares argentina: www.fubipa.org.ar
Fundación mundo bipolar : www.mundobipolar.org
Instituto nacional de sicopatologia: www.inapsi.com.ar

martes, junio 05, 2007

¡Somos muy intensos!

En la última reunión del grupo de jóvenes con trastorno afectivo bipolar, en la Ciudad de Guatemala, platicamos sobre varios puntos interesantes.

Recordamos que un grupo de psiquiatras deseosos de conocer nuestra experiencia nos dijo que aprovecháramos la "intensidad" con la que vivimos los bipolares para hacer algo importante a favor de los demás. Ciertamente, ser tan intensos nos ayuda a alcanzar las metas que nos proponemos. Eso es positivo, siempre y cuando los fines sean nobles. Pues, claro está, ese ímpetu o pasión por hacer realidad lo que deseamos también puede ser utilizado para causas mezquinas.

También estuvimos reflexionando sobre la capacidad que deben tener las parejas sentimentales de los bipolares para sacar adelante la relación. Alguien dijo que son “mártires” porque tienen que soportar con (por) amor nuestra inestabilidad emocional. Otra persona dijo que en su relación había intentado dejar muy claro desde el principio los riesgos de la misma. Pero otros pensamos que no basta con una “advertencia previa” porque sabemos que todos tenemos nuestros límites y los bipolares podemos fácilmente rebasar esos límites de las personas que están cerca de nosotros y que nos aman.

La parte más cómica de la reunión fue cuando el nuevo miembro del grupo dijo que para evitar problemas con los que nos rodean deberíamos hacer una camiseta que advierta: “¡No me chingue! Soy bipolar.” Para los casos de emergencia, cuando los demás no respeten la advertencia y nos saquen de nuestras casillas, en otro lugar de la camiseta debe ir el teléfono de nuestro psiquiatra.

Bueno, así transcurrió la más reciente reunión del grupo. Ahora somos ocho jóvenes, entre los 20 y 35 años de edad. Esperamos que más se unan a este esfuerzo por llevar una “vida normal”.

viernes, mayo 11, 2007

Trastorno del Espectro Bipolar: estudio más reciente

Lifetime and 12-Month Prevalence of Bipolar Spectrum Disorder in the National Comorbidity Survey Replication

Kathleen R. Merikangas, PhD; Hagop S. Akiskal, MD; Jules Angst, MD; Paul E. Greenberg, MA; Robert M. A. Hirschfeld, MD; Maria Petukhova, PhD; Ronald C. Kessler, PhD


Arch Gen Psychiatry. 2007;64:543-552.

Context There is growing recognition that bipolar disorder (BPD) has a spectrum of expression that is substantially more common than the 1% BP-I prevalence traditionally found in population surveys.

Objective To estimate the prevalence, correlates, and treatment patterns of bipolar spectrum disorder in the US population.

Design Direct interviews.

Setting Households in the continental United States.

Participants A nationally representative sample of 9282 English-speaking adults (aged 18 years).

Main Outcome Measures Version 3.0 of the World Health Organization's Composite International Diagnostic Interview, a fully structured lay-administered diagnostic interview, was used to assess DSM-IV lifetime and 12-month Axis I disorders. Subthreshold BPD was defined as recurrent hypomania without a major depressive episode or with fewer symptoms than required for threshold hypomania. Indicators of clinical severity included age at onset, chronicity, symptom severity, role impairment, comorbidity, and treatment.

Results Lifetime (and 12-month) prevalence estimates are 1.0% (0.6%) for BP-I, 1.1% (0.8%) for BP-II, and 2.4% (1.4%) for subthreshold BPD. Most respondents with threshold and subthreshold BPD had lifetime comorbidity with other Axis I disorders, particularly anxiety disorders. Clinical severity and role impairment are greater for threshold than for subthreshold BPD and for BP-II than for BP-I episodes of major depression, but subthreshold cases still have moderate to severe clinical severity and role impairment. Although most people with BPD receive lifetime professional treatment for emotional problems, use of antimanic medication is uncommon, especially in general medical settings.

Conclusions This study presents the first prevalence estimates of the BPD spectrum in a probability sample of the United States. Subthreshold BPD is common, clinically significant, and underdetected in treatment settings. Inappropriate treatment of BPD is a serious problem in the US population. Explicit criteria are needed to define subthreshold BPD for future clinical and research purposes.


Author Affiliations: Intramural Research Program, Section on Developmental Genetic Epidemiology, National Institute of Mental Health, Bethesda, Md (Dr Merikangas); the International Mood Center, University of California San Diego and VA Psychiatry Service, San Diego (Dr Akiskal); Zurich University Psychiatric Hospital, Zurich, Switzerland (Dr Angst); Analysis Group, Boston, Mass (Mr Greenberg); Department of Psychiatry and Behavioral Sciences, University of Texas Medical Branch, Galveston (Dr Hirschfeld); and Department of Health Care Policy, Harvard Medical School, Boston (Drs Petukhova and Kessler).

miércoles, mayo 09, 2007

Asociación Psiquiátrica de Guatemala

Para todo momento de ANGUSTIA...
SIEMPRE hay una SALIDA!

Nosotros le ayudamos a encontrarla...


La Asociación Psiquiátrica de Guatemala (APsG) le ayuda con atención especializada, a precios accesibles, a enfrentar problemas de ansiedad, depresión, tristeza, problemas del sueño, miedo...

Consulta previa cita, llamando a los teléfonos (502) 2331-5376 y 2331-5395.

APsG, ubicada en la Avenida de la Reforma, 1-90 de la Zona 9, oficina 201. Ciudad de Guatemala, Guatemala.

Respondiendo a estas sencillas preguntas podrá saber si usted o alguien cercano necesita ayuda profesional:

a. ¿Se siente frecuentemente triste, solo y con desesperanza?

b. ¿Piensa que sufre de angustia, nerviosismo y no goza ni de las pequeñas cosas de la vida?

c. ¿No duerme bien, se despierta de noche y está cansado al amanecer?

d. ¿Le cuesta concentrarse en sus actividades y, sobre todo, poner atención a los detalles?

e. ¿Ha perdido el apetito y el interés por la vida?

f. ¿Siente miedo?

Si usted o una persona amiga responde a tres (3) de las preguntas con un SI, nosotros podemos ayudarle a que viva su vida satisfactoriamente. Llámenos!



Nota:
El Grupo de Jóvenes con Trastorno Afectivo Bipolar de Guatemala, agradece el apoyo que la APsG le brinda.

El trastorno del espectro bipolar es poco reconocido

Por Robert Preidt
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare


El trastorno del espectro bipolar podría ser poco reconocido y muchas personas que tienen la enfermedad no reciben tratamiento adecuado, según sugiere una investigación estadounidense reciente.

El estudio, que aparece en la edición de mayo de la revista Archives of General Psychiatry, analizó datos de una encuesta sobre trastornos mentales entre casi 9,300 estadounidenses a partir de los 18 años de edad.

Identificó las tasas de prevalencia de tres subtipos del trastorno del espectro bipolar.

Éstos son:

Bipolar I. Considerada la forma clásica de la enfermedad, en la que los pacientes experimentan episodios recurrentes de manía y depresión.

Bipolar II. Los pacientes experimentan una forma de manía más leve, llamada hipomanía, que alterna con episodios de depresión.

Trastorno bipolar no especificado (TBNE), también llamado trastorno bipolar por debajo del umbral. Los pacientes tienen síntomas maníacos y depresivos, pero no cumplen con los estrictos criterios de un tipo específico de trastorno bipolar, según el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales.

El bipolar I y el bipolar II ocurren cada uno en alrededor del uno por ciento de la población de los EE.UU., mientras que el TBNE ocurre en alrededor del 2.4 por ciento de la población, según el estudio. Los investigadores señalaron que sus hallazgos corroboran estudios anteriores que sugerían que el trastorno bipolar podría ser mejor caracterizado como un trastorno de espectro.

El estudio encontró que entre el 89 y el 95 por ciento de los pacientes de bipolar I o bipolar II, y el 69 por ciento de los pacientes de TBNE recibían algún tipo de tratamiento. Sin embargo, muchos de ellos recibían tratamiento para afecciones psiquiátricas coexistentes (como ansiedad, depresión o abuso de sustancia) en vez de tratamiento para el trastorno bipolar.

Muchos de los pacientes recibían tratamientos considerados inapropiados para el trastorno bipolar, como un antidepresivo u otro medicamento psicotrópico ante la ausencia de un medicamento estabilizador del estado de ánimo como el litio, el valproato o la carbamazepina, señalaron los autores del estudio.

Anotaron que apenas alrededor del 40 por ciento de los pacientes de trastorno bipolar recibía medicamentos apropiados para estabilizar el estado de ánimo, anticonvulsivos o antipsicóticos.

"Una tasa tan alta de uso inapropiado de medicamentos entre las personas que tienen trastornos del espectro bipolar es preocupante. Es potencialmente peligroso porque el uso de un antidepresivo sin el beneficio de un estabilizador del estado de ánimo podría realmente empeorar la afección", afirmó en una declaración preparada Kathleen Merikangas, del National Institute of Mental Health.


Trastorno bipolar - http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/bipolardisorder.html

miércoles, mayo 02, 2007

Mi continua lucha contra la obesidad

Desde niño era algo gordito. Pero cuando me “estiré” en la adolescencia me puse flaco. A los 20 años de edad, cuando el estrés de la vida me empezó a afectar la salud el primer síntoma fue el colon irritable. A los 22 años tuve mi primera depresión fuerte, porque tenía que tomar decisiones muy importantes sobre mi futuro.

Fue a los 28 años que empecé a perder el control sobre mi peso. En parte fue porque estudiaba en el extranjero y era yo mismo el que me preparaba la comida. Además me la pasaba sentado, leyendo, y con muy poco ejercicio. Sobrepasé las 200 libras. Cuando regresé al país tuve mi segunda depresión fuerte, pues me costó encontrar el trabajo que deseaba. Aquí empecé a perder el control sobre mis estados de ánimo.

A los 30 años, cuando el colon irritable se volvió insoportable, fui con un especialista que me mandó una dieta rica en fibra. Sólo el hecho de dejar la leche entera y pasar a la leche descremada me hizo perder bastante peso. En total perdí unas 25 libras, para volver a las 200.

Al año siguiente fui diagnosticado con el trastorno bipolar, mi primer medicamento fue Epival (ácido valproico) y eso me hizo recuperar las libras perdidas. Desde entonces, mi lucha contra este “desorden mental” también se ha convertido en una lucha contra la obesidad. Digo obesidad, porque antes pensaba que era simple sobrepeso, pero un doctor especialista en nutrición me hizo caer en la realidad.

Ciertamente mi estilo de vida no ayuda, poco ejercicio y mucho trabajo de escritorio. Mi dieta no es la óptima, pero tampoco me harto. Hace tres años mi esposa me apoyó para hacer una dieta formal. Perdí 15 libras, pero también perdí el control sobre el humor. Fue muy duro para los dos. He intentado muchas veces empezar un régimen de ejercicios, nadar o caminar. Pero empiezo con ánimo y a la semana ya no puedo continuar.

Mi familia me presiona, no quieren verme gordo y les cuesta entender que los medicamentos no ayudan con eso del peso. Lo cierto es que la gordura ya está afectando mi presión arterial. La semana pasada casi me desmayo en una reunión. La presión estaba muy alta, 130/90. Así que fui nuevamente con mi psiquiatra para ver qué podemos hacer. Su recomendación es dejar el Epival y empezar a tratar con el Geodón (ziprasidona). No sé, me da miedo.

La verdad es que este efecto secundario de los medicamentos me desanima. Ya había hecho un intento de cambio hace ocho meses por la misma razón (estaba tomando gabapentina), pero el medicamento utilizado (Seroquel, quetiapina) no me funcionó para controlar la hipomanía (además tenía fuertes efectos sedativos).

Al final, seguiré en la lucha… pero no será fácil. Hoy peso 224 libras (100 Kgs.) y debería estar en las 190 lbs.

sábado, abril 14, 2007

Psicoterapia Cognitiva para pacientes con TBP: el caso de "Carlos"

A continuación se presenta un resumen sobre el Capítulo 8 del libro El Trastorno Bipolar de Newman et al. Páginas de la 231 a la 264.

Los autores afirman que para pacientes con Trastorno Bipolar (TBP) es necesario un tratamiento que requiere de atención clínica precisa y constante, es decir, asistir a sesiones con un psicólogo para terapia y con un psiquiatra para todo lo que tenga que ver con los medicamentos.

El Caso de Carlos *

El tratamiento inicia con un diagnóstico a través de una entrevista y cuestionarios. Luego preguntas sobre su vida y pasado.

En el caso de Carlos, su padre bebía mucho y tenía muy mal carácter, también era infiel a su mamá. La madre de Carlos cayó en una depresión suicida y Carlos se convirtió en su cuidador, confidente y psicoterapeuta. Carlos le comento al doctor que había perdido el control y que sentía que era un esclavo de sus cambios de humor, que siempre había sentido emociones extremas (igual que su padre) y que se intensificaron desde que se casó. También tenía impulsos suicidas, aunque nunca se había dejado llevar por esos impulsos.

El doctor le explicó a Carlos que era una enfermedad familiar y que refleja importantes desequilibrios bioquímicos que aparte de la manía y depresión pueden provocar impulsividad, ira, tendencias suicidas e hipersexualidad. Le dijo que este trastorno exige medicación y ayuda psicológica para adoptar una actitud constructiva ante la vida y así sentir menos estrés, estar más seguro de sí mismo, resolver sus presiones del trabajo, conflictos familiares y problemas matrimoniales, en resumen, mejorar su calidad de vida.

Carlos fue a varias sesiones con un psicoterapeuta, le recetaron Litio y Depakote. Le comentó su descontento con su esposa y necesidad de buscar otras mujeres. Primero el terapeuta le dijo a Carlos que hiciera una lista con tantos recuerdos como pudiera, es una de las técnicas más básicas e importantes de la psicoterapia cognitiva, "el registro diario de pensamientos”, para que lo usara siempre que se sintiera enfadado o herido.

Tras dos o tres meses de tratamiento Carlos se había estabilizado, aún así era necesaria una vigilancia constante.

Los medicamentos deben tomarse de una forma constante e ininterrumpida, sin embargo Carlos abandonó los medicamentos y tuvo una recaída (nuevamente las infidelidades). Dijo que le quitaba su "toque personal" y hacía que pareciera ese enfermo que no le gustaba su esposa. Entró en depresión. Carlos estaba describiendo un período de impulsividad con un estado de ánimo elevado, inducido o reforzado por el exceso de alcohol. Se sentía culpable de haber fallado y haber roto su compromiso de fidelidad, creía que nunca iba a poder controlar sus impulsos.

Otro tema que preocupaba a Carlos era el tema de la estigmatización. Le dijo que la gente no entiende el trastorno bipolar, que la gente ridiculiza y discrimina a quienes van a ver a un psicoterapeuta. El doctor le dijo que después de todo, si se tomaba la medicación prácticamente nadie sabría nada de su trastorno. El único rechazo sería el suyo. Si continuaba con la medicación podría tener algo de intimidad. Sin embargo si la dejaba y los síntomas volvían con toda su fuerza, sus problemas emocionales se pondrían mucho más de manifiesto y el riesgo de estigmatización sería aún mayor.

El psiquiatra añadió a su medicación una dosis baja de serotonina, pero debía ser controlado para evitar que cayera en un estado maníaco. El doctor le animó a que dedicara más tiempo a dos actividades que le gustaban: tenis y tocar guitarra. A finales del noveno mes de psicoterapia, el estado de ánimo de Carlos era eutímico y estable.

Consejos y técnicas que el doctor le recomendó a Carlos: Imaginar y prever las consecuencias de su conducta, programar menos actividades, pedir opinión a dos personas antes de poner en práctica nuevas ideas, no dejarse llevar por emociones fuertes (como la cólera o el deseo de tener alguna aventura amorosa) y esperar un mínimo de 48 horas antes de actuar.

Luego Carlos y su esposa asistieron a sesiones de pareja. Carlos estaba muy animado. Las sesiones de pareja iban muy bien y dijo que tenía la sensación de haber retomado su vida. Había decidido buscar otro empleo y eso también le ayudó a mejorar, sobre todo con el problema de la infidelidad, puesto que trabajaba en un hotel.

Carlos y el doctor repasaron las señales de advertencia que le indicaban la inminencia de un episodio maníaco o depresivo y esto le permitiría ganar tiempo para poner en práctica las técnicas aprendidas.

Para la depresión: levantarse muy tarde, estar poco comunicativo con su esposa, no tener ganas de tocar guitarra, constantes pensamientos pesimistas.

Para manía: enredarse fácilmente en discusiones, sentir el impulso de hablar por teléfono a unas horas intempestivas, tener una actitud indiferente hacia cosas que deberían preocuparle e intentar conocer detalles personales de otras mujeres.

Carlos proclamó que se sentía dispuesto a encarar el resto de su vida con esperanza y ambición, y a asistir a sus sesiones de control con el psiquiatra.

* Nota de los autores del libro: Carlos, el paciente del caso, es una persona ficticia. Sus características se han modificado para ocultar su verdadera identidad. Sin embargo, este caso y su tratamiento se pueden considerar representativos.

miércoles, marzo 14, 2007

Tributo

En este mes, pero hace 18 años, una hermana de mi madre se quitaba la vida...

Ese día me desperté temprano con el entusiasmo de una actividad importante en el colegio, pues los de último año organizamos una caravana de carros para anunciar nuestra mañana deportiva, la cual sería el día siguiente.

Después de andar con mis compañeros por toda la ciudad, haciendo relajo para llamar la atención, regresé a mi casa, cansado y quemado por el fuerte sol que acostumbramos tener en marzo.

Mi sorpresa fue encontrar varios carros frente a mi casa. Eran mis otros tíos y tías que llegaron a consolar a mi mamá. Al principio no entendía lo que sucedía. Simplemente me dijeron que mi tía había muerto...

Luego, entre rumores, entendí que mi tía se había suicidado. Pero no sabía por qué. Eso lo supe hasta hace algunos años: ella padecía del trastorno afectivo bipolar.

De hecho, mi madre ya había salvado a su hermana de la muerte en una ocasión. Mi tía se había cortado las venas y mi madre llegó justo a tiempo para llevarla al hospital.

Mi tía, a la que todos recuerdan con cariño por su generosidad, había sido diagnosticada como bipolar a una edad avanzada (creo que después de los 40 años). Además, entiendo que no era muy disciplinada con su tratamiento farmacológico y vivía bajo mucho estrés debido a situaciones familiares.

Esta tragedia familiar afectó mucho a mi mamá. Ella vivió de cerca todo el proceso de mi tía, a quien acompañó en todo momento.

Desafortunadamente, mi madre parece que también tiene el trastorno. En realidad, no ha sido diagnosticada formalmente porque ella no quiere ir con un psiquiatra. Sin embargo, con mis hermanas coincidimos en que ella llena todos los requisitos para ser bipolar I. De hecho, estudiando su caso y la enfermedad es que me di cuenta que yo también soy bipolar...

Sirvan esta palabras para recordar a mi tía, quien siempre me trató con ternura y apoyó a mis padres en asuntos económicos para empezar su hogar. Descanse en paz.

viernes, marzo 02, 2007

El Apoyo se consigue Apoyando

Desde hace 4 meses formo parte de un grupo de apoyo para pacientes con trastorno bipolar, el cual fue formado por mi psiquiatra y un entusiasta paciente. Somos 7 miembros, todos con este trastorno en diversos colores y sabores.

En cuatro meses de funcionamiento el grupo ha ido tomando estructura y planteándose actividades ambiciosas para realizarlas a corto y mediano plazo. Todo parecía muy bien con el grupo pero había algo que no me terminaba de cuadrar sobre mi participación, yo quería resultados y frutos concretos para mi lucha por controlar este trastorno…… por ello había sugerido en varias ocasiones cambios en el cronograma de actividades además de haber pensado en repetidas ocasiones abandonar el grupo.

En la última reunión yo llegué con la intención de sugerir un nuevo cambio enfocado a atender y ayudar a solucionar de forma directa las situaciones de entorno que nos afectaban a cada uno. Cuando lo propuse el entusiasta paciente del que les hablaba al inicio, que hoy es sin querer serlo el coordinador del grupo, me llamó la atención sobre mis constantes sugerencias “revolucionarias”. Para él eso quedo allí, pero a mí me dejó dentro esa alerta que me hizo aprovechar mucho más la reunión y llegar a la conclusión que quiero compartir en este artículo y que se ve reflejada en su título.

Al continuar con la reunión el resto de participantes compartió experiencias de familiares que padecen la enfermedad pero no están tratados. Una de ellas compartió su experiencia actual en el ámbito profesional y familiar. Esta era muy preocupante, especialmente porque ella no ha tenido el valor para tomar decisiones que favorezcan su ambiente y, por consiguiente, ayuden al control del trastorno en su persona. Estuvimos casi una hora aconsejándola y animándola a tomar aquellas decisiones que la harían estar mejor. Esa conversación fue la última parte de la reunión. Al despedirme de mis amigos del grupo noté que esta vez no tenia ninguna objeción interna sobre haber ido, me sentía realmente satisfecho. Extraña situación, puesto que no iba con ninguna respuesta a los problemas que me aquejaban...

Fue así como me di cuenta que yo estaba asistiendo al grupo para que me dieran soluciones, sin darme cuenta que el único que puede encontrar esas soluciones soy yo mismo, no siendo el grupo más que una luz y una ayuda para aquel descubrimiento.

Pero principalmente caí en la cuenta que es muy importante el enfoque que uno le de a su participación en un grupo de esta índole. Ví como todos, al aconsejar a nuestra amiga, nos emocionábamos y demostrábamos que nuestros consejos eran ideas que estaban muy arraigadas dentro de nosotros y que, al menos en mi caso, no aplicaba en mi mismo. Estos beneficios sólo pueden obtenerse si uno sale de su propia caparazón para ayudar a otro desinteresadamente, sólo así podremos vislumbrar todo lo positivo que tenemos alrededor de aquella caparazón rota y, meditando uno poco, sabremos cómo aprovecharlo para avanzar nosotros en esta lucha y poder seguir apoyando para recibir un apoyo, buscado sin egoísmo, y dentro de un mismo interés y objetivo: VIVIR CON ESTE TRASTORNO COMO SE VIVE DURANTE TODA LA VIDA CON UNA NARIZ EN MEDIO DE LOS OJOS, POSIBLEMENTE NO MUY AGRACIADA PERO PARTE INHERENTE DE NUESTRO CUERPO Y PERSONALIDAD.

¡Gracias amigos del Grupo Bipolares Guatemala por permitirme vivir esta aventura a su lado!

domingo, febrero 25, 2007

Recuerdos desde niño: ¿cuándo apareció la enfermedad?

Me diagnosticaron como "bipolar II" a los 31 años de edad. Pero esto no quiere decir que empecé a padecer la enfermedad a esa edad. Al menos, recuerdo mi primer episodio de depresión prolongada a los 22 años.

Reflexionando un poco más, podría ser que desde niño ya había manifestado algunos síntomas. Recuerdo que varias noches no podía dormir debido a unas pesadillas abstractas. Yo le llamaba "palitos" a unas líneas que veía venir hacia mí durante el sueño. Su velocidad cambiante me asustaba. Pienso, ahora, que era el cerebro que no descansaba durante la noche. Me iba a dormir a la cama de mis padres y me quedaba tranquilo.

Desde muy niño, a los 9 años, ya era capaz de escribir con buena prosa. A esa edad gané un concurso de oratoria en el colegio. Desde entonces, hasta la graduación, fui el encargado de todos los discursos de la promoción. Por cierto, ese primer ensayo era sobre la familia, pero lo destruí después que mis padres tuvieron una pelea.

Esas frecuentes peleas de mis padres eran mi principal fuente de estrés. Creo que realmente me deprimían. El papel de hijo mayor me pesaba demasiado y lo ejercí con seriedad desde los 7 u 8 años. Era el intermediario, el que buscaba la reconciliación.

En el colegio siempre fui brillante. El primero de la clase. Las maestras de primaria, y luego los profesores de la secundaria siempre me mostraban admiración. Mis compañeros, algunos respeto, otros envidia. Pero hasta ahora entiendo que posiblemente mi inteligencia está ligada con este trastorno...

Otro síntoma. A veces tenía delirios de grandeza, sobre todo asociados con cuestiones religiosas. Esto influyó en mi vida de adolescente y me llevó a tomar decisiones radicales. A los 17 años ya pensaba seriamente en la vida religiosa, y a los 19 años decidí dejar mi familia y país para emprender una aventura como "predicador".

No lo sé. No estoy plenamente seguro. Pero podría ser que desde niño ya manifestaba algunas características de las personas con Trastorno Afectivo Bipolar. ¿Cómo ha sido su experiencia?

viernes, enero 26, 2007

Grupos de ayuda mutua: un oasis en el desierto

A uno de mis mejores amigos le conté que con otros jóvenes afectados por el Trastorno Afectivo Bipolar habíamos iniciado un grupo de apoyo mutuo. Con su agudo sentido del humor, y conociendo que la enfermedad consiste en oscilaciones de ánimo entre la euforia y la depresión, me preguntó: “¿Qué hacen durante las sesiones del grupo? ¿Unos días lloran todos juntos y otros días ríen al unísono?”

Simplemente me sonreí, pensando si su comentario no resultaba ser un poco cruel. Pero luego celebré la ocurrencia porque caí en la cuenta de que, efectivamente, podría darse el caso en que las crisis que algunos compartimos con el grupo puedan afectarles a otros. De hecho, recientemente una compañera del grupo nos contó sus problemas y al final de su mensaje dijo: “Gracias por escucharme y apoyarme, espero no haberlos deprimido.”

También, hace algunos días, me llamó otra persona del grupo para contarme su crisis, que incluso ameritó hospitalización. Me preocupé por ella, pero intenté que eso no me afectara a nivel personal, pues bastante hacemos con llevar el estrés de nuestra propia existencia.

Pensando en un caso semejante, se me ocurría que las reuniones de los bipolares corren el riesgo de ser algo así como una reunión de Alcohólicos Anónimos en un bar. Por eso se necesita cierta orientación profesional.

En nuestro caso contamos con el apoyo de un psiquiatra que nos ve a varios del grupo en su práctica privada. El nos ha dado una serie de lineamientos que sirven de orientación para que la ayuda mutua sea efectiva. Generalmente, en un grupo como éste, los miembros llegan a tener cierta confianza entre ellos para contarse sus problemas y llamarse en situaciones de crisis. Ante la llamada de una persona en crisis, quien responde debe seguir las siguientes reglas:

1. Escuchar. Se debe permitir a la persona en crisis que exprese sus sentimientos con total libertad.

2. Validar. Es importante mostrar empatía con la persona en crisis respecto a sus sentimientos. Debemos ser como un espejo que refleja lo que la otra persona siente.

3. Evaluar. Se debe preguntar a la persona en crisis el tiempo que lleva sintiéndose de determinada manera, y cómo esa situación le ha afectado en su funcionalidad en el trabajo y en el resto de relaciones sociales.

4. Recordar. Es necesario ayudar a la persona en crisis a retomar estrategias alternas para enfrentar la situación en la que se encuentra. Por ejemplo, debemos recordarles la importancia de estar ocupados y tener compañía.

5. Referir. En casos de emergencia, es decir, cuando la persona en crisis está muy afectada en su funcionalidad social (por ejemplo, deja de ir al trabajo), o tiene ideas suicidas, se debe invitar a la persona a que llame a su terapeuta.

domingo, enero 21, 2007

Encontrar iguales es gratificante

Decir ‘Trastorno Bipolar’ es decir ‘acabo de estigmatizarme’. La gente no entiende, ni tiene porqué entender, de variaciones humorales. Una vez pronunciado el diagnóstico se cierne sobre ti un halo de ‘lastima’ y de ‘duda’. Ya no eres el mismo para los demás. Has dado paso a tu sentencia: ‘Estás loco’. Loco, si no de atar, loco de ‘desconfiar’. Ya nadie te mira como antes. Nadie confía en tus palabras. Nadie te presta atención a los razonamientos. Nadie te cree capaz. Nadie te cree estable, ni eutímico (eso ya es ‘palabra mayor’). Pasas a ser ciudadano de segunda, si alguna vez lo fuiste de primera.

No ya ‘nadie’, universalizando, sino ‘ni alguien’, particularizando, ni el mismo médico que te atiende. Ves en la cara del galeno lástima y desconfianza en un intento administrativo de humano vigilante que no sabe disimular su preciada atención que no por ello debe tener matices desdeñables.

Visto lo cual, empiezas a buscar tus iguales. Aquellos iguales que saben que ese día que te levantas desanimado no necesariamente significa que has cogido la vía de la depresión. Que el desánimo puede deberse a que no tienes amigos comprensivos, que no tienes una ‘razón de ser‘que te sustente el alma. Aquellos iguales que saben que si estas exultante es porque ese día, o algunos otros, has encontrado esas deficiencias, aunque sea de manera efímera. Aquellos iguales que, por experiencia propia, saben que en la gráfica anímica de un bipolar no solo existen ondas o sierras que marcan la depresión o la manía a ambos lados de una línea artificiosa de eutimia, sino que tambien hay vectores multidireccionales que corresponden no solo a las concentraciones de los neurotransmisores cerebrales sino tambien a los estados del alma encontrada o desencontrada con el éxtasis.

Buscar iguales se convierte en un afán imprescindible del bipolarizado. La soledad obliga a ello. Una falta y a la vez consciencia de identidad le empuja a esa búsqueda. Existen otros. Los encuentra en asociaciones, páginas Webs, en la calle…El mundo está lleno de ellos. Encontrarlos es un consuelo. Comunicarse con otros del mismo sentir proporciona cierta seguridad. Ellos, los otros, saben como eres. Saben de tus penas y alegrías. Saben que eres ‘normal’ y no un humano etiquetado con un título del DSM. Con ellos te sientes algo a salvo. Esos otros pueden incluso contagiar o despertar tu esencia adormecida por los altibajos emocionales. Encontrar iguales es gratificante.

Fuente: bipolarneuro.com